sábado, 28 de junio de 2008

Leonardo Torres Quevedo, un cantabro precursor de la informática.

Resulta desde todo punto inconcebible que una de las grandes figuras de la Ciencia y la Tecnología, Leonardo Torres Quevedo, reconocido en todo el mundo y que como tal, así figura en la historia, no tenga en su tierra, Cantabria, el reconocimiento que le perpetúe. Pero, afortunadamente, un pequeño Centro de Interpretación de su vida y obra, precisamente en el lugar que vio nacer a Leonardo Torres Quevedo, Santa Cruz de Iguña, en el municipio de Molledo. Un primer paso de lo que muchos creen que debe ser el inicio del reconocimiento de su figura en Cantabria. Desde luego, una iniciativa que honra a los regidores de este municipio, aunque pequeña e insuficiente, pero importante para un ayuntamiento pequeño, pero podía haber sido como un toque de atención para las autoridades políticas y universitarias de esta tierra, tan dada a proclamarse con rimbombantes títulos, como Cantabria Infinita o Cantabria Gran Reserva. La iniciatia de Santa Cruz de Iguña consiste en poner en marcha el centro de interpretación que se situará en el entorno de la estatua a Leonardo Torres Quevedo, a pocos metros de su casa natal (hace tiempo debía de haber sido adquirida por el Gobierno Regional) que constará de una zona semicubierta, traslúcida, con pantallas táctiles donde adentrarse en la vida y obra del inventor iguñés. La inversión será de 160.000 euros, financiada a través del proyecto Leader Plus y los ayuntamientos del valle.Son muchos los inventos y trabajos realizados por Torres Quevedo de quien, por su extensa actividad, resulta difícil condesar y explicar, pero desde este modesto blog, voy a intentarlo, para todos aquellos que tanto de aquí, como de allá, lo conozcan o recuerden. Nace Leonardo Torres Quevedo el 28 de diciembre de 1852 en Santa Cruz de Iguña, Molledo (Cantabria). La familia residía normalmente en Bilbao, donde el padre ejercía de ingeniero de ferrocarriles, aunque también pasaban largas temporadas en el solar materno en La Montaña cántabra. En su juventud residió en Bilbao en donde en 1868 acaba el Bachillerato marchándose a Paris durante dos años para continuar con sus estudios. En 1870 se trasladó, junto con su familia, a vivir a Madrid, y un año más tarde ingresó en la Escuela Oficial del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, finalizando sus estudios en 1876, dedicándose a ejercer la ingeniería y a viajar por toda Europa adquiriendo más conocimientos. En 1885 regresó a España iniciando así su gran trayectoria científica e inventiva. En 1887 Torres Quevedo empizó la investigación y desarrollo de un trasbordador, realizando el primero en su propia casa. En 1907 construyó el primer trasbordador apto para el transporte humano, lo hizo en el Monte Ulía (San Sebastián). A partir de aquí construyó muchos otros, mediante la Sociedad de Estudios y Obras de Ingeniería de Bilbao, por ejemplo en Chamoix, o Río de Janeiro. Pero el más famoso fue el construido sobre las Cataratas del Niágara llamado "Spanish Aerocar", que se inauguró en pruebas en 1916, siguiendo hoy en día en pleno funcionamiento. En 1894 presentó a la Real Academia de Ciencias una memoria sobre las máquinas algebraicas, incorporando el diseño de una, que más adelante construyó. Una máquina analógica que resolvía ecuaciones algebraicas, y para la que inventó un "husillo sin fin". En 1902 presentó en las Academias de Ciencias de Madrid y Paris un nuevo modelo de dirigible, con muchas mejoras respecto a los ya existentes. En 1905 construyó el primer dirigible español, llamado el "España". En 1903, Torres Quevedo diseñó y construyó el primer aparato de radiocontrol del mundo, el telekino, presentándolo en la Academia de Ciencias de Paris. Otros de los inventos de Torres Quevedo fueron los jugadores ajedrecistas, que se consideran como precursores de la inteligencia artificial. Construyó dos, el primero en 1912 que fue expuesto en Paris, y el segundo en 1920 con la ayuda de su hijo. En 1914 publicó una memoria titulada "Ensayos sobre Automática". Con este trabajo Torres Quevedo muestra la posibilidad de diseñar un computador digital electromecánico 20 años antes de que se empezaran a construir. En 1920 construyó el "aritmómetro electromecánico", que era una máquina calculadora junto con una máquina de escribir, que se puede considerar antecesora de la calculadora digital. A lo largo de su vida, Leonardo Torres Quevedo, recibió varios premios y reconocimientos, entre ellos: 1916. Se le concede la Medalla Echegaray de manos de Alfonso XIII. 1918. Rechaza el cargo de Ministro de Fomento. 1920. Ingresa en la Real Academia Española sustituyendo a Benito Pérez Galdós. 1922. Es nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de la Sorbona. 1927 se le nombra uno de los doce miembros asociados de la Academia de Ciencias de París Decidido partidario del idioma internacional esperanto, que apoyó, entre otros lugares, en el Comité de Cooperación Cultural de la Sociedad de Naciones Leonardo Torres Quevedo muere en Madrid, en plena Guerra Civil el 18 de diciembre de 1936, le faltaban 10 días para cumplir 84 años

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