Dejo Roma, despues de cinco dias, pues aún tendremos en la capital dos dias mas antes de tomar el avión de regreso.
Recojo el coche alquilado desde España y despues de perderme por Roma para llegar al hotel (y eso que estaba a doscientos metros) tomamos carretera, tras coger un taxi para que nos sacara a la carretera de la costa, algo que no estaba nada facil. Al final, carretera y camino de Napoles, lugar desde donde, durante una semana recorreremos la "Costiera Amalfitana" que es el área de costa italiana bañada por el Mar Tirreno, en la Península de Sorrento, al sur de Nápoles, en la región de Campania.
Y llegamos a Napoles, una de las ciudades más dinámicas y con personalidad de Italia, a los pies del Vesubio y con una bahía, realmente espectacular y una ciudad, con aspecto sucio y obras paradas, inacabadas. El bullicio y griterio de la gente llama la atención, asi como una circulación endiablada y sobre todo muchisimas motos que te pasan por todos los lados.
Algo debió sentir la sirena Parténope, hija de Caliope y el río Aqueloo, cuando, condenada por los dioses por no haber podido seducir a Ulises con su mágico canto, vino a morir a estas costas. Poco importa que el mito sea sólo eso, un mito, lo más hermoso es que la vieja Nápoles, tantas veces maltratada e incomprendida por el devenir de su propia historia, tiene un personal encanto que merece la pena descubrir. Una vez traspasada esa línea imaginaria que representa Roma, el viajero que llega a Nápoles tiene enseguida la sensación de haber penetrado en una Italia diferente. Es el Sur, tierra tan fascinante como contradictoria, punto mágico en el horizonte hacia el cual volvieron sus ojos artistas como Goethe, Stendhal u Oscar Wilde.Tras perdernos un poco a la entrada a Napoles, ya que lo hicimos por la carretera nacional de la costa y dar alguna que otra vuelta, llegamos al hotel, justo en en el centro de la gran bahia.
El Royal Continental en el que expresamente y despues de varios e.mails, conseguimos una habitación "vista mare", claro que por eso te cobran pero, de verdad, merece la pena pues tienes ante ti un gran espectaculo. Desde la habitación y entre otras cosas ves el "Castel dell’Ovo" en un islote rocoso de la bahía de Nápoles.
El curioso nombre del castillo deriva de un extraño conjuro que el poeta Virgilio, quien vivió en Nápoles en el siglo I a.C., lanzó a un huevo enterrado en los cimientos del edificio, según el cual el castillo se destruiría si alguien rompía dicho huevo.Lo cierto es que en época romana ya se alzó en el solar de esta sólida construcción un palacio de un rico patricio llamado Lúculo. Mucho más tarde, cuando normandos conquistaron la ciudad en 1139, el lugar se convirtió en una potente fortaleza. En el siglo XIII, Federico II hizo que se guardaran aquí las joyas de la corona.Durante el dominio español en la zona, ya en el S XV, el castillo fue reforzado, pero un siglo después resultó muy dañado por un asedio.
Su aspecto actual data de los años 70s, en que comenzaron los trabajos de restauración definitiva que le han devuelto de nuevo todo su esplendor.
Hoy en día el edificio se utiliza para exposiciones y conferencias, rodeado de bares y restaurantes.
El viejo napoles aun existe, aunque dicho sea de paso, bastante sucio y a falta de un lavado y pintado. Lo de menos es, como se ve en la foto, que la gente siga tendiendo la ropa en la fachada de las casas, lo malo es que las basuras, cajas electrodomesticos rotos, etc., se dejan en la misma calle y parece ser que estan allí por mucho tiempo. Una pena, ¿verdad?
Spaccanapoli. El casco antiguo de la ciudad, formado por las calles S. Benedetto Croce, S. Biagio dei Librai, Vicaria Vecchia y via Tribunali... Toda la historia viva y milenaria de Nápoles. Y los altarcillo y vitrinas, todos con flores recientes, estan por doquier. Eran las 07,30 de la mañana y el sol daba un aspecto especial a este lugar.
La visita por las vijas calles napolitanass, fue el domingo 3o de mayo, hacia las 7,3o de la mañana. Aún no habia despertado la ciudad. Fue toda una sorpresa el intrincado diseño da calles, callejuelas, empinadas cuestas y en cada esquina y multitud de fachadas, una vitrina o un altar, un santo o una virgen. Una ciudad realmente singular, mezcla de griega, romana y española.
Según algunos, Nápoles es la ciudad más bella del mundo; según otros, un laberinto ruidoso y horrible. Es cierto que si se visita sólo con los ojos, es muy probable que sus calles -de limpieza un tanto dudosa-, sus deteriorados palacios y su circulación caótica irriten y decepcionen. Estas calles me han gustado y volveria a recorrerlas. Me he quedado asomb rado de ver como, a pesar de los cientos de escalones, las empinadas cuestas y la estrechez de las mismas, los coches y motos, suben y bajan y los dejan aparcados en el exterior, como se ve, o en en los patios interiores que la mayoria de los inmuebles tienen.
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La proxima salida, tras entrar en contacto con la ciudad será Pompeya y Ercolano bajo la sombra del Vesubio.
1 comentario:
Bonito viaje vas a hacer, Que lo disfrutes.
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