Leo en la prensa constantemente que una de las actitudes que nos ha conducido a la crisis económica por la que atravesamos es un consumo desproporcionado y una actitud que algunos consideran “de nuevos ricos”.
Especialmente en España se ha gastado más de lo que se tenía y se ha pretendido vivir como no se podía. Por eso me llama tanto la atención la actitud del presidente Revilla respecto al tema de los recortes presupuestarios que afectarían a las obras del AVE. Dice el presidente que sería “una ofensa” tener que ir a Bilbao para llegar a Madrid en un tren de alta velocidad.
Pero, ¿forma parte de nuestros derechos la alta velocidad? ¿es tan necesaria? ¿urgente? Hace apenas unos años se inauguró la autovía a la meseta, la línea del tren Alvia conecta Cantabria con Madrid dos veces al día en 4 horas (tren que, por cierto, casi nunca se llena en su salida de Santander), al menos tres autobuses diarios, dos compañías de avión hacen el trayecto dos veces al día desde Parayas (una de ellas, por cierto, subvencionada y que ofrece billetes por 7 Euros).
Oyendo hablar al presidente regional parecería que no hay formas de salir de la región más allá del AVE. (Es sorprendente además teniendo en cuenta que el mismo presidente se jacta de no salir nunca de Cantabria).
Me parece un ejercicio de irresponsabilidad exigir con tal vehemencia algo innecesario, carísimo y hacerlo además a menos de dos años de unas elecciones, con clara actitud electoralista.
Convendría que nuestros políticos mantuviesen una actitud más global, más responsable y que no incurrieran una vez más en los errores que nos han conducido a esta crisis.
El AVE no es necesario para Cantabria, así de claro, no es una prioridad ni debe serlo. No es necesario ni viable un AVE en cada región. Y pretender venderlo como un derecho inalienable me parece indecoroso.
Esa clase de pretensiones son las que nos han conducido a la situación en la que estamos.
Convendría una reflexión profunda sobre nuestros hábitos para alcanzar una fórmula más equilibrada y sostenible.
No un juego de comparaciones egoístas con otras regiones y exigencias como si 500 mil habitantes estuviéramos legitimados para seguir endeudando al Estado, es decir, a nosotros mismos.
En fin, puedo entrever las razones que mueven a Revilla en su vehemencia contra el Gobierno central y sospecho que tienen más que ver con intereses electorales que con la reflexión y la mesura.
Insiste el presidente en generarnos necesidades artificiales que él, y sólo él, es capaz de llenar.
Pero el AVE, por mucho que se empeñe, no es una necesidad para Cantabria.
Los que queremos salir, conocemos el modo.
Jorge Díaz Ceballos
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