CRONICA TERCERA: “Laos, el pais del millon de elefantes o el reino de las sombrillas blancas”
. . . Despues de la enigmatica llanura de las jarras cogimos otro Portillo de segunda que durante seis horas nos llevo a Vang Vieng, el Katmandu o la Ibiza de los 60 de Laos. La carreterita discurre entre montañas majestuosas, valles profundos, rios, aldeas con cuatro chozas, animales (Todo el pais es un corral y no acabo de entender como tantos animales sueltos vuelve
n a sus respectivas casas cuando cae la noche) pobreza, mucha pobreza y sobre todo sonrisas. 
La selva, espesisima, se va haciendo menos densa a medida que nos vamos aproximando al destino. Todo se va transformando en preciosas montañas karsticas muy abruptas que contienen una multitud de cuevas, el sueño de cualquier espeleologo. Como no para de llover, la niebla y las nubes bajas les dan un aspecto fantasmagorico. Vang Vieng es el destino preferido de la juventud mochilera, no solo por la cantidad de actividades que se pueden hacer en las montañas y en el Nam Song, el rio que la atraviesa, sino tambien por los menus happy que te ofrecen en casi todos los restaurantes... Y tan happies! Batidos, pizzas u otros platos aliñaos con marihuana, setas alucinogenas u opio. 
sssssssss. La coloqueta se nos paso con el Lao massage que 
nos dieron. Es un masaje muy diferente a los tailandeses, basado en amasamientos corporales y estiramientos y en vez de aceite, una crema parecida al bálsamo de tigre. Si por momentos no resulta agradable, al final te quedas levitando durante dos días.
La siguiente etapa del viaje fue Vientiane, la capital del país. Más que la capital de un país del sudeste asiático, esta ciudad colonial francesa de apenas medio millón de habitantes recuerda a una ciudad africana. El Mekong, anchísimo a su paso por aquí, forma una media luna. Como no teníamos ganas de complicarnos la vida, concertamos una excursión con un guía que nos enseño lo mejor de la capital y nos llevo al Buda Park a 25 kms. 
Se trata de un proyecto de los años 50-60 de un monje que quiso unificar el budismo con el hinduismo (Fijo que se paso una tempora en Vang Vieng y se alimento de menús happies) Aunque de entrada pueda sonar a pestinyazo, nos encanto. A mi, particularmente, una especie de nave espacial de cemento, hueca, con muchos niveles, numerosas estatuas de buda, otras representando escenas del infierno...que parecía sacada del “Jardín de las delicias” de El Bosco. Surrealismo puro y duro.
Al día siguiente cogimos un avión a Pakse, al sur de Laos, y nos dirigimos directamente a Champassak...Porque ya se que el paraíso perdido esta tan solo a dos horas de aquí, si no habría tenido la certeza de nuevo de haberlo encontrado. Pero, bueno, Champassak, el paraíso perdido, los delfines de rio...se merecen una crónica para ellos solos. 
Queda pendiente la cuarta cronica: Le paradis perdu .....y las demas.
Que Buda siga repartiendo suerte.
Besazos, bezitos, achuchones....Serviros a gusto.
Ana Mª "la chica", Jesus A. Peña "el maeztro" y Antonio Pitalua "el cronista".
(fotos archivo Jignape)

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