Yo no te pido que me bajes una estrella azul solo te pido que mi espacio llenes con tu luz. Yo no te pido que me firmes diez papeles grises para amar sólo te pido que tu quieras las palomas que suelo mirar. De lo pasado no lo voy a negar el futuro algún día llegara y del presente que le importa a la gente si es que siempre van a hablar. Sigue llenando este minuto de razones para respirar no me complazcas no te niegues no hables por hablar. Yo no te pido que me bajes una estrella azul solo te pido que mi espacio llenes con tu luz
Montevideo. AFP y Reuters: El escritor uruguayo Mario Benedetti falleció ayer en Montevideo a los 88 años, tras una prolífica obra que lo erigió en uno de los íconos de la literatura iberoamericana, acicalada por valores y principios que lo acompañaron durante toda su carrera. Con varias operaciones al corazón a cuestas, desde 1992 Benedetti publicó casi una obra por año, en una prolífica carrera literaria que comenzó en 1949. Uno de los últimos integrantes de la llamada Generación del 45, Benedetti editó en setiembre pasado Testigo de uno mismo, escrito en verso, y antes de su fallecimiento trabajaba en un nuevo libro de poesía bajo el nombre de Biografía para encontrarme. Nacido el 14 de setiembre de 1920 en Paso de los Toros (250 km al norte de Montevideo), Benedetti fue distinguido con el doctorado honoris causa por varias universidades latinoamericanas y europeas. Autor de decenas de libros de poemas, prosa, cuentos, novelas y ensayos, así como de teatro, recibió numerosos premios, entre los cuales destaca el Premio Internacional Menéndez Pelayo en 2005, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1999 y el Premio Iberoamericano José Martí en 2001. En sus novelas Benedetti explora la naturaleza humana y retrata a la clase media, en particular a los burócratas, y en muchas ocasiones no elude ni disimula su compromiso político con los movimientos de izquierda.
El padrenuestro de Mario Benedetti:
Padre nuestro que estás en los cieloscon las golondrinas y los misilesquiero que vuelvas antes de que olvidescómo se llega al sur de Río GrandePadre nuestro que estás en el exiliocasi nunca te acuerdas de los míosde todos modos dondequiera que estéssantificado sea tu nombreno quienes santifican en tu nombrecerrando un ojo para no ver las uñas sucias de la miseriaen agosto de mil novecientos sesentaya no sirve pedirtevenga a nos el tu reinoporque tu reino también está aquí abajometido en los rencores y en el miedoen las vacilaciones y en la mugreen la desilusión y en la modorraen esta ansia de verte pese a todocuando hablaste del ricola aguja y el camelloy te votamos todospor unanimidad para la Gloriatambién alzó su mano el indio silenciosoque te respetaba pero se resistíaa pensar hágase tu voluntadsin embargo una vez cada tantotu voluntad se mezcla con la míala dominala enciendela duplicamás arduo es conocer cuál es mi voluntadcuándo creo de veras lo que digo creerasí en tu omniprescencia como en mi soledadasí en la tierra como en el cielosiempreestaré más seguro de la tierra que pisoque del cielo intratable que me ignorapero quién sabeno voy a decidirque tu poder se hga o se deshagatu voluntad igual se está haciendo en el vientoen el Ande de nieveen el pájaro que fecunda a la pájaraen los cancilleres que murmullan yes siren cada mano que se convierte en puñoclaro no estoy seguro si me gusta el estiloque tu voluntad elige para hacerselo digo con irreverencia y gratituddos emblemas que pronto serán la misma cosalo digo sobre todo pensando en el pan nuestrode cada día y de cada pedacito de díaayer nos lo quitastedánosle hoyo al menos el derecho de darnos nuestro panno sólo el que era símbolo de Algosino el de miga y cáscarael pan nuestroya que nos queda pocas esperanzas y deudasperdónanos si puedes nuestras deudaspero no nos perdones la esperanzano nos perdones nunca nuestros créditosa más tardar mañanasaldremos a cobrar a los fallutostangibles y sonrientes forajidosa los que tienen garras para el arpay un panamericano temblor con que se enjuganla última escupida que cuelga de su rostropoco importa que nuestros acreedores perdonenasí como nosotrosuna vez por errorperdonamos a nuestros deudorestodavía nos deben como un siglode insomnios y garrotecomo tres mil kilómetros de injuriascomo veinte medallas a Somozacomo una sola Guatemala muertano nos dejes caer en la tentaciónde olvidar o vender este pasadoo arrendar una sola hectárea de su olvidoahora que es la hora de saber quiénes somosy han de cruzar el ríoel dólar y su amor contrarrembolsoarráncanos del alma el último mendigoy líbranos de todo mal de concienciaamén.
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