lunes, 18 de mayo de 2009

Mario Benedetti

Yo no te pido que me bajes una estrella azul solo te pido que mi espacio llenes con tu luz. Yo no te pido que me firmes diez papeles grises para amar sólo te pido que tu quieras las palomas que suelo mirar. De lo pasado no lo voy a negar el futuro algún día llegara y del presente que le importa a la gente si es que siempre van a hablar. Sigue llenando este minuto de razones para respirar no me complazcas no te niegues no hables por hablar. Yo no te pido que me bajes una estrella azul solo te pido que mi espacio llenes con tu luz

Montevideo. AFP y Reuters: El escritor uruguayo Mario Benedetti falleció ayer en Montevideo a los 88 años, tras una prolífica obra que lo erigió en uno de los íconos de la literatura iberoamericana, acicalada por valores y principios que lo acompañaron durante toda su carrera. Con varias operaciones al corazón a cuestas, desde 1992 Benedetti publicó casi una obra por año, en una prolífica carrera literaria que comenzó en 1949. Uno de los últimos integrantes de la llamada Generación del 45, Benedetti editó en setiembre pasado Testigo de uno mismo, escrito en verso, y antes de su fallecimiento trabajaba en un nuevo libro de poesía bajo el nombre de Biografía para encontrarme. Nacido el 14 de setiembre de 1920 en Paso de los Toros (250 km al norte de Montevideo), Benedetti fue distinguido con el doctorado honoris causa por varias universidades latinoamericanas y europeas. Autor de decenas de libros de poemas, prosa, cuentos, novelas y ensayos, así como de teatro, recibió numerosos premios, entre los cuales destaca el Premio Internacional Menéndez Pelayo en 2005, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1999 y el Premio Iberoamericano José Martí en 2001. En sus novelas Benedetti explora la naturaleza humana y retrata a la clase media, en particular a los burócratas, y en muchas ocasiones no elude ni disimula su compromiso político con los movimientos de izquierda.
El padrenuestro de Mario Benedetti:
Padre nuestro que estás en los cielos
con las golondrinas y los misiles
quiero que vuelvas antes de que olvides
cómo se llega al sur de Río Grande
Padre nuestro que estás en el exilio
casi nunca te acuerdas de los míos
de todos modos dondequiera que estés
santificado sea tu nombre
no quienes santifican en tu nombre
cerrando un ojo para no ver las uñas sucias de la miseria
en agosto de mil novecientos sesenta
ya no sirve pedirte
venga a nos el tu reino
porque tu reino también está aquí abajo
metido en los rencores y en el miedo
en las vacilaciones y en la mugre
en la desilusión y en la modorra
en esta ansia de verte pese a todo
cuando hablaste del rico
la aguja y el camello
y te votamos todos
por unanimidad para la Gloria
también alzó su mano el indio silencioso
que te respetaba pero se resistía
a pensar hágase tu voluntad
sin embargo una vez cada tanto
tu voluntad se mezcla con la mía
la domina
la enciende
la duplica
más arduo es conocer cuál es mi voluntad
cuándo creo de veras lo que digo creer
así en tu omniprescencia como en mi soledad
así en la tierra como en el cielo
siempre
estaré más seguro de la tierra que piso
que del cielo intratable que me ignora
pero quién sabe
no voy a decidir
que tu poder se hga o se deshaga
tu voluntad igual se está haciendo en el viento
en el Ande de nieve
en el pájaro que fecunda a la pájara
en los cancilleres que murmullan yes sir
en cada mano que se convierte en puño
claro no estoy seguro si me gusta el estilo
que tu voluntad elige para hacerse
lo digo con irreverencia y gratitud
dos emblemas que pronto serán la misma cosa
lo digo sobre todo pensando en el pan nuestro
de cada día y de cada pedacito de día
ayer nos lo quitaste
dánosle hoy
o al menos el derecho de darnos nuestro pan
no sólo el que era símbolo de Algo
sino el de miga y cáscara
el pan nuestro
ya que nos queda pocas esperanzas y deudas
perdónanos si puedes nuestras deudas
pero no nos perdones la esperanza
no nos perdones nunca nuestros créditos
a más tardar mañana
saldremos a cobrar a los fallutos
tangibles y sonrientes forajidos
a los que tienen garras para el arpa
y un panamericano temblor con que se enjugan
la última escupida que cuelga de su rostro
poco importa que nuestros acreedores perdonen
así como nosotros
una vez por error
perdonamos a nuestros deudores
todavía nos deben como un siglo
de insomnios y garrote
como tres mil kilómetros de injurias
como veinte medallas a Somoza
como una sola Guatemala muerta
no nos dejes caer en la tentación
de olvidar o vender este pasado
o arrendar una sola hectárea de su olvido
ahora que es la hora de saber quiénes somos
y han de cruzar el río
el dólar y su amor contrarrembolso
arráncanos del alma el último mendigo
y líbranos de todo mal de conciencia
amén.

No hay comentarios: