sábado, 16 de agosto de 2008

TORRELAVEGA. UN POCO DE HISTORIA. Cap II

Para aquellos que no son de Aquí (aunque tambien para ellos) y que se acercan a este blog por curiosidad, desde Allá, les invito a conocer un poco este lugar que se llama Torrelavega y que un dia, hace ya algun que otro siglo, se llamó Torre de la Vega. Nuevo capítulo donde se exponen otros aspectos de la historia de esta ciudad ...

. . .Un poco de Historia. Cap II . . . La industria:......

A mediados del siglo XIX el ingeniero belga Julio Hauzeur, un buscador de minas tal vez desengañado de la quimera del oro, descubre en Reocín el primer yacimiento de zinc y de plomo de Europa, una mina que encerraba en sus entrañas 70.000 toneladas de mineral. Durante 150 años (1856-2003) dio trabajo -primero bajo las siglas de Real Compañía Asturiana de Minas (belga), después como AZSA (Asturiana de CINZ)- a miles de obreros de la Cuenca del Besaya hasta su reciente extinción. Telón de fondo de Marianela, Galdós en persona visitó las tierras de calamina, debajo de las cuales había enterrados “miles de millones y nuestros padres”, dice el protagonista, "no lo sabian". Hoy en dia los terrenos que ocupo la mina se han convertido en un gran pozo de agua y el resto en un parque industrial y en un futuro no muy lejano, centros comerciales y cientos de viviendas.

Nada más comenzar el siglo XX, (curiosamente de la misma procedencia que Hauzeur) dos industriales belgas, los hermanos Ernesto y Alrfedo Solvay eligen unos terrenos del barrio de Barreda por su proximidad a los pozos de sal de Polanco y a las canteras de Cuchía (abastecedores de materias primas) como centro de operaciones de su fábrica de carbonato sódico, sosa cáustica y bicarbonato sódico (antes que Papa, Carol Wojtyla fue en su primera juventud obrero de Solvay en las canteras polacas de Cracovia).

Actualmente, sin abandonar la producción básica, el Grupo Solvay, tras celebrar su primer centenario, entre otros actos, con la visita de los Reyes , ha entrado en el siglo XXI a pleno rendimiento con una clara apuesta por la diversificación. Definido ya el perfil industrial de Torrelavega surgen otras grandes empresas, alguna tan importante en el sector automovilístico como la multinacional alemana Continental (1935), fabrica de neumáticos; después General (1952), norteamericana, y hoy Firestone (1965), japonesa, que en 1969 registró un récord de producción: fabricó y comercializó un millón de cubiertas anuales con una plantilla de 1.600 trabajadores. Junto a esta trama excepcional de complejos fabriles de gran tamaño surgieron infinidad de talleres y de pequeñas empresas subsidiarias, que gozaron y sufrieron en su carne las diferentes vicisitudes del cambio de siglo y del modelo socio-económico de desarrollo.

Ciertamente, el factor humano, los hombres y mujeres que trabajaban, día a día, en la industria, en el comercio y en la parcela ganadera fueron los verdaderos artífices de la ciudad. “No duerme en tu siglo / ni el trabajo ni la hombría / que si la mina a ti baja / y el barco ensena en tu ría / la industria te trasfigura / plantando en tu cercanía / sus reales de campaña”. Si Gerardo Diego expresa con bellas palabras en Romance viejo de Torrelavega el carácter laborioso y tenaz de las gentes de la vega, un esforzado ciclista, Vicente Trueba, La Pulga de Torrelavega, lo corrobora de hecho en el Tour de Francia de 1933: se clasifica primer rey de la Montaña y sexto en la General.

El pueblo en masa lo recibió como un héroe, como lo hizo nuevamente en 1999 y sucesivas ocasiones, con Óscar Freire, tricampeón del mundo de ciclismo. Ambos deportistas, precisamente por sus rasgos anímicos (tenaces, astutos, constantes, sufridos), señas de identidad de los torrelaveguenses, figuran entre los mitos locales más enraizados en el imaginario colectivo de la ciudad.

El comercio: ......

Una Real Cédula, expedida por Carlos III en 1767, concede licencia para celebrar un mercado franco una vez a la semana en Torrelavega. Como los milagros, en jueves. “Entrar en Torrelavega los jueves”, escribe Manuel Teira, “era entrar en día de fiesta”. Uno iba descubriendo profusión de tenderetes con toldillas de lona o sin ellas, mujeres de largos faldones con las cabezas tocadas con pañuelos de percal, aldeanos en abarcas, cacharros de loza desparramados por el suelo regularmente mojado (“la madre de Marianela vende pimientos en el mercado de Villamojada”), sacos de harina, garbanzos, alubias, mostradores de madera con quesos, mantecas, aceite, pan cocido, telas de lana, de lino, de seda y de algodón...

Y cerca de este batiburrillo, justo frente al decorado costumbrista, se nos aparece la figura de José María de Pereda tomando apuntes del natural, pluma en ristre, antes de llevar la estampa del mercado a las mejores páginas de su literatura de costumbres. Pero Torrelavega tiene prisa, no se demora en tipismos autocomplacientes, desmonta con rapidez la frágil tramoya y, a instancias, principalmente, del impulso pasiego, sustituye el tabladillo de quita y pon por un nuevo teatro de operaciones: abren sus puertas, bajo los soportales de las plazas o bien a lo largo de las calles céntricas tiendas de paños, comercios estables de sombrererías, zapaterías, cafés, tabernas, almacenes de coloniales... Aparecen los primeros reclamos publicitarios, anuncios comerciales intercalados entre las noticias de la vida cotidiana en las páginas de los efímeros periódicos locales: El Porvenir, El Impulsor, El Progreso, El Fomento... Cabeceras bien explicativas del nuevo momento histórico. Renovarse o morir. ......

(Continuara.Texto de Mauro Muriedas para el libro "Esto es Torrelavega")

No hay comentarios: